La esencia de las virtudes de cualquier Proyecto, está siempre vinculada a la precisión de éste, respecto a los problemas que se propone resolver.
El vínculo más directo entre el problema y su solución, resulta ser el desafío. (Cuanto más cerca, mejor!) Creo que esa proximidad (problema-solución) promueve, en todos los aspectos, la virtud.
Baso parte de esta reflexión, en una afirmación recurrente: entender un problema deviene básicamente en resolverlo.
He pensado estos años en que el arte de proyectar es el arte de resolver problemas (obvio), y en que la capacidad de hacerlo surge inequívocamente de la experiencia, la práctica y la capacidad vinculante del intelecto, la que distingue, clasifica, procesa, evalúa y decide.
Esta definición ensaya un núcleo del proceso proyectual, o al menos una forma genérica que supone que aprender a proyectar plantearía la adquisición de habilidades para identificar, entender y resolver...