APOLOGÍA DEL TALLER

Como sistema de pensamiento, como estructura policéntrica (en contraposición a lo piramidal).
 
El taller es, sin lugar a dudas, el modelo docente por excelencia en la enseñanza del proyecto. Esta operativa se manifiesta como la más hábil manera de producir las sinergias posibles en la didáctica que se ponga en práctica .
Promovería el Taller como un lugar de confluencia intelectual y creativa, transformando cada minuto de experiencia colectiva en un acto docente preciso y holístico; el Taller como el lugar donde cada día se reinstala la definición de la disciplina, donde se transgreden los límites y se confabula por un objetivo común, explícito, y trascendente.
Lo único que debiera ser inalterable en el Taller es la actitud docente en el rompimiento de las rutinas preestablecidas, la apertura de visiones y las innovaciones operativas.
Luego, todo es móvil. Todo está levemente controlado por un proceso precario de avances y propósitos presididos por una prédica constante de las convicciones relevantes, comprometidas y éticas.
Y una responsabilidad docente ligada íntimamente con la mirada colectiva.
En principio y sólo como guía de un comienzo, centraría la práctica docente del Taller en implantar los puntos básicos de reconocimiento de “una manera” de hacerlo. Luego, como forma resultante de la puesta en común de los principios movilizadores, abriría los conceptos descriptos en este ensayo a un colectivo formal, permeable, abierto, sin exclusiones ni primacías, que motorice un Proyecto Colectivo.
Referimos a un proyecto colectivo, vertical y ambicioso, que guíe la experiencia individual de cada integrante del taller (docentes y estudiantes), acompañado por planteos comunes en to-dos los cursos, y profundidades diferentes según cada uno.
Me propondría proteger al taller (como cátedra universitaria) de los avatares cotidianos de la arquitectura en la calle, de los corrillos editoriales, de las modas y tendencias. Provocaría el impulso liberador que es obligatorio como actitud universitaria, y remarcaría permanente-mente que el objetivo de la formación proyectual es construir un intelecto hábil y creativo que incluya la capacidad de transformación, siempre dispuesto a forzar los limites de la mate-ria, los limites de la profesión. Un individuo socialmente comprometido, libre y responsable que asuma el rol que la cultura y la sociedad le depositan.